martes, 27 de marzo de 2012

inauguración 'plural agrupado' y sesión cuadrúmana de guancha y po poy, en slaughterhouse, viernes 30 de marzo, a partir de las 20h

aquí se les está invitando a venir: (háganse idea) se les llama a cuatro manos, con un movimiento casi de ala de ave, con los dedos acompasados como en manopla:
vengan, vengan,
vengan a holgarse con nosotros,
que habrá amigos y vino,
collages muy pequeños al ojo
y grandes canciones al oído.






y collage canibal del chef away. 



slaughterhouse, c/ denia 22, valencia

jueves, 22 de marzo de 2012

















el ojo que nunca parpadea
se despierta en el cuello.
a través de los muelles ve
un mapa invertido de bosques
donde las ramas vuelven
a ceñirse a una semilla.
se atora de tierra el pozo.
por una tubería vegetal
le sube la sed a los labios,
y en la espalda entra algo,
frío y preciso, a zanjar temblores.
como un saco lo voltean.
va atado a un caballo febril
que se empeña en bajar al sueño,
y juntos galopan huyendo de los peces
que pegan la boca hambrienta
a la calvicie de sus sienes.
a la puerta de las costillas llaman.
el ojo que nunca parpadea
se despierta en el cuello.
a través de la escayola
ve otras camas y otros techos,
y allí, al final, un cielo
donde la luna cíclope ondula
entre las crines de su caballo que trota.



miércoles, 7 de marzo de 2012


unísono compuesto

para desatender la íntima contienda,
articular los perfiles en un haz humano
desleído en el plural agrupado de los sesos,
en ofrenda al ojo batidor de los artrópodos;
desembarazado hasta del título de hijo
para restarle piedad a la insurgencia:
me desdigo, al unísono, apartado,
en un coro fruncido de palancas,
con la última impresión de la clausura
inaugurando el quicio de otro ahora;
vivo, con toda la rebaba que conlleva,
muerto en la estructura que se basta.

jueves, 1 de marzo de 2012

la noche a ojo

cae no se sabe de dónde
el seboso ser ultramarino
que todo pringa de ceguera.
en la linde de su capa 
(telón quizá del cielo) palpo broza
donde debiera quedar el día.
la sirena descubre sus bocas 
con párpado para el fuego intermitente
en un reino siempre de espigones.
los que sufren su intestino vivo
se calzan zapatos de cartón para el abismo
y se acercan al grifo por el que se cuela el aire.
vamos todos a quedarnos también sordos
dentro del mismo cráneo tupido
si queremos conciliar auxilios.
éste que de mi cuerpo se viste,
aquel que suplanta el gesto,
todos a la vez salvados.
pero las palmeras escupen ceniza
y a los retratos lo irreal les crece
y casi sin horizonte: la llama y la pupila.

cae dejando un rastro de aceite en el agua
la noche de ojo de faro medio humano,
de cola de animal de lo profundo.
le precede el rumor del mar cuajado
contra las barcas y los remos
de los que quieren burlar la orilla.
y aunque conocen el sutil anuncio
la embocadura les muda la ruta,
aun cuando no miran atrás, finalmente idos.