miércoles, 4 de noviembre de 2009


huele a sangre frita la cocina que custodian. con todas la galas de felpa puestas juegan a cartas de canto mordido -amarillos los dedos, la baraja y la bilis-, rumian gordos sentimientos de domingo siempre. ay, ay, tan lejos se nos marcha y no vuelve a los convites de carne mechada al horno y patés en pan cuadrado. rabian las gallinas entre sus heces y las antenas de telefonía móvil, chirrían los muelles de sus pocas camas y todo el viento se acumula en la chimenea sucia levantando un palmo del suelo la ceniza. unas palomitas de microondas, unas pastillas para no morirse. vamos a escribirle un mensaje aunque sea de plantilla te-extraño, no-te-olvido y unos puntos suspensivos y qué gracioso aquel anuncio y qué de menos que te echo (que te echamos)
¿no vienes tampoco este año?